EL CIELO ES AZUL, LA TIERRA BLANCA

 El cielo es azul, la tierra blanca


"Una historia de amor", así reza el subtítulo, pero a mí no me ha cautivado. Más bien me parece una historia sobre dos personas solitarias que se apoyan en la existencia del otro para completar ese vacío. 

No soy una experta en amor, así que esto es solo mi opinión. Lo que me pasa cuando leo autores asiáticos es que me cuesta conectar con su manera de ver el amor. Todo es muy correcto, muy limpio, como si los sentimientos estorbaran. Nosotros, los occidentales, concebimos esa palabra apoyándonos en caricias, besos, sensaciones o momentos que nos dejan sin aliento. Pero en este caso, no he sentido nada de eso. 

Es una historia simpática que narra la vida de un profesor jubilado y una antigua estudiante muy solitaria y obtusa (como ellos llaman a la forma de ser incapaz de sentir o empatizar con el sentimiento de otra persona). Lo que empieza siendo algo casual en un bar, acaba convirtiéndose en una amistad. El profesor tiene un hijo mayor, ya casado y fuera de casa y su mujer se marchó hace muchos años, por lo que la soledad y la vejez llaman a su puerta cada noche. 

Por su parte, Tsukiko está acostumbrada a estar sola, pero se acerca cuando él la reconoce y se presta a la oportunidad de conocerse. A partir de aquí, hay muchas borracheras e intentos de cambiar el curso de los sentimientos, pero todo parece estar pensado para que vuelvan a reencontrarse. 

Hay algo positivo que atrae y es la capacidad para hacer que los pequeños momentos cotidianos se detengan en el tiempo y parezcan arte o poesía, dando el valor que merece la belleza de cada momento que vivimos, por muy insignificante que parezca. En este aspecto me alegro de haberme encontrado con esta novela, pero, lamentablemente, no se convertirá en inolvidable. 

La lectura es sencilla y los capítulos son cortos, así que si estás buscando algo liviano y quiere probar a ver si a ti te enamora, adelante, es tu novela. 

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